Si te identificas con estas frases, quizás estés dándole de comer demasiado a tus pensamientos: “le doy demasiadas vueltas a las cosas”, “he pasado la semana en un bucle”, “siento que tengo una marabunda de pensamientos y no puedo expresarme bien”, “mi cabeza es como una centrifugadora a toda velocidad”, “mi cabeza va a mil y me cuesta dormir”, “recreo escenarios una y otra vez en mi cabeza”, etc.
Es normal, todos tenemos una voz interior que nos manda mensajes como si de un whatsapp mental se tratase. No obstante, tú tienes el poder de observar como esa notificación inesperada ha entrado y no responderla. No se trata de eliminar el chat, sino de archivarlo para contestarlo cuando tú decidas y en la medida que te sea útil.
Si eres una persona muy rumiativa, ya habrás descubierto que aun respondiendo uno a uno a tus pensamientos para intentar mantenerlos a ralla, éstos no paran de llegar. La reflexión está en si vale la pena gastar (o malgastar) lo más valioso que tienes en tener los whatsapps al día o si, por contra, prefieres invertir tu tiempo en mantener conversaciones en la vida real.